Eran las
6 de la tarde, mientras Dai, Pichu y Cata paseaban por el Cementerio de la
Recoleta. Recorrían los mausoleos, deteniéndose a observar esas estructuras
escalofriantes. Al principio era divertido, pero a Cata ya se le estaba haciendo
incomoda la situación. No era como Pichu y Dai, que a ellas si les gustaba
experimentar con lo paranormal y desafiar al mundo de los muertos, cantando
cosas frente a las tumbas o tocando estatuas de los fallecidos.
Cuando
se hicieron las 8, Cata ya estaba cansada y muy asustada. Tenía miedo y quería
regresar a su casa, pero Pichu y Dai tenían otros planes. Ellas querían
encontrar la famosa tumba de “La Dama de Blanco”. Una famosa leyenda urbana
relata que una fría y ventosa noche de invierno, una joven sale a bailar con un
muchacho. Este le da su campera y ella, sin querer, la mancha con café. Como
todo un “galán” le dice que se quede la campera, como excusa de volverla a ver.
Al día siguiente pasa a buscar la campera por la casa de la joven y cuando
llega la madre le dice al muchacho que su hija había muerto de leucemia, hace
ya 10 largos años. Incapaz de creerle, la señora lo conduce hasta la tumba de
su hija, donde colgado en el sarcófago se encontraba la chaqueta manchada de
café.
Hay
otras versiones de la historia, donde dicen que se la ve caminando hacia su
tumba y luego se desvanece; otras dicen que se la escucha gritar de dolor.
Estas apariciones se manifiestan a las 9 de la noche en punto, hora de su
muerte y su, posterior, entierro.
Mientras
las dos aventureras convencían a su amiga de quedarse hasta las 9 y de
encontrar la tumba, el tiempo pasaba y Cata tenía cada vez más miedo. Les dijo
a sus amigas que ella estaba cansada y asustada, por lo que volvería a la entrada
y las esperaría ahí. El par siguió buscando y Cata se separó de ellas. Había caminado
mucho y ahora estaba perdida, desorientada inventaba el camino de regreso a la
entrada. En una parte del trayecto se encontró con un sarcófago abierto y
escuchó ruidos provenientes de abajo. Ruidos que parecían de alguien bajando las
escaleras. Miró su reloj, 9.05. Se fijó en la lápida y, con la poca luz que le
brindaba el celular, leyó claramente “ESPERANZA LUMIER – HIJA Y LUCHADORA,
SIEMPRE SERÁS QUERIDA Y RECORDADA EN SALUD”. Sospechó que era la tumba que sus
amigas buscaban y dedujo que las voces y ruidos provenientes de ahí abajo, eran
ellas. Se armó de valor y bajó para reunirse con sus amigas. Luego de los tres
primeros escalones, observó que había luz al final. Un poco más aliviada bajó
del todo para toparse con una habitación vacía, iluminada por velas en la que
un ataúd ostentoso se encontraba abierto, y también vacío. Escuchó a sus amigas
que la llamaban desde afuera “CATA, DONDE ESTAS?” y la puerta se cerró de un
golpe apagando todas las velas.
Fin..?
Junto a:
•Schneider, Catalina
•Di Stefano, Daiana
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