martes, 20 de diciembre de 2016
Estereotipos Publicitarios
En
las publicidades se pueden ver distintos tipos de estereotipos, según el producto
y su principal demandante. Así como están los productos de limpieza, las
compras en los supermercados, quienes mantienen a la familia junto a la figura
de una mujer, están las publicidades de autos, herramientas, reflejadas con un
hombre. Siendo así, la mujer, tratada como un ama de casa y nada más, si se la
ve trabajando mayoritariamente es bajo un jefe, hombre. Donde más reflejados se
ven estos estereotipos es en las propagandas de Galicia, donde la mujer es la
que compra compulsivamente sin importar costos, y el que sufre por el pago de
la tarjeta es el marido. ¿Por qué dan a entender que el hombre es quien tiene
que pagar la tarjeta? Si tranquilamente la mujer puede ser una trabajadora y
afrontar los pagos de sus gastos. Entonces, ¿la sociedad acepta estos
estereotipos? ¿O es solo la comedia de la publicidad? A pesar de eso, ha sido
una publicidad con mucho éxito, ya que hace más de ocho años que crearon su
historia, donde se vio una separación, viajes, tuvieron un bebé y, claramente,
muchas compras. En esta publicidad se puede observar la idea del objetivismo, ya
que podríamos decir que la mujer nació para gastar y el hombre es el encargado de
pagar los gastos de ella. No pueden tener otro papel que no sea este, el que le
determina la sociedad. Pero esta idea fue superada por la teoría de Bourdieu,
quien afirma que nada está determinado por lo que no necesariamente deberíamos
poder romper con los estereotipos.
Por
suerte, más allá de la posibilidad de la ruptura definitiva, últimamente estos
estereotipos se fueron modernizando, ya que como hay hombres que también
cocinan, lavan, etc., hay productos que hoy en día también incluyen a los
hombres en sus publicidades. El más claro ejemplo es de los saborizantes Knorr,
que muestran a un hombre, recién divorciado, que cocina para él y el hijo; o
también la publicidad de Ala, donde al nene se le mancha la remera y el papá es
quien la lava, ya que la mamá no está en casa. A pesar de haberlos incluido,
igual se los discrimina por ser “novatos”, además de que hacen esas cosas por
no tener a la mujer al lado. Aquí fracasa el objetivismo, imponiéndose el
subjetivismo, donde el hombre rompe con estos estereotipos, en donde el no
debería hacer las tareas domésticas, que eran solo una “obligación de la
mujer”. Pero también se han incluido en publicidades como cremas y distintos
productos para el cuidado de la piel. Las mujeres todavía no se han podido
incorporar en los estereotipos masculinos.
Así
como hay estereotipos de los adultos, hay estereotipos de los niños ¿o han
visto publicidades de niñas jugando con autos?, ¿o niños con muñecas Barbie? Y
esto no es solo con el juguete sino con los colores incluso, ya que la ropa
rosa es de nena y la azul de nene. Esto es desde que se nace, que están los
pañales para el varón y otros para la nena.
¿Pero
solo se hace diferencia con el sexo? No, ya que también se hay diferencias con
las clases sociales. Las publicidades siempre muestran una familia tipo, madre,
padre y dos hijos, donde se nota que no carecen de nada. Pero no solo esto,
sino que los perfumes hacen muchísima más diferencia, ya que solo personas
atractivas y demasiado elegantes son las que se las ve consumiendo el perfume.
Considero
que, en la sociedad actual en la que vivimos, es muy difícil poder romper con
estos roles que se imponen, que vienen arrastrados desde hace años y hasta hace
siglos, donde el hombre siempre fue el encargado de traer el sustento a la casa
y la mujer era quien debía realizar las tareas del hogar y criar a sus hijos,
sin poder estudiar, ni trabajar. A pesar de que hace un tiempo se está queriendo
romper con este estereotipo, todavía le resulta muy difícil a la mujer ser
reconocida en el ámbito laboral, a pesar de que en el estudio son “muy bien
recibidas”. Cuando una mujer está en un cargo superior al de un hombre, este se
siente, muchas veces, amenazado por ella. Es
una lucha que las mujeres deberemos seguir reforzando con el paso del tiempo.
Al
hombre joven le cuesta menos repartir las tareas del hogar, ya que lo ve como
algo más natural, porque por lo general los dos miembros de la pareja trabajan.
Es cuestión de seguir profundizando el cambio.
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